el ruido que llama

No se si tengo alas autorizadas, soy apenas un bicho de pueblo que se come por imbécil o de puro “pavo”, las intrigas de la gran “antena nacional”. Estamos en una era de alcahuetes y caras duras que no tiene goyete, mentirosos, confabulados y obsecuentes sin carátula, porque creo que signos para estas calañas no existen en ningún expediente. Creí de puro pajuerano que habían aflojado cone el tema Maradona, ya que estaba en la ruleta la posible “miseria” de Riquelme si no arreglaba su salario con su querido club. Y mientras masticábamos el palito de la boludéz nadie esperaba lo que se venía con la asunción interina del “Checho” Batista, que venía a darle respuesta a la trama que desde afuera urdieron contra el Diego, por su parte siempre de frente y sin careta. Los que esperaban que todo saliera mal, como aseguran, ya tienen el libro del más enconado traidor a un interés tan popular como lo es “el Diez”. Y no es raro, porque el tipo lo estaba argumentando en África por las dudas, y si alguien quisiera hilar finito se daría cuenta además, “quien” es su ladero o mentor más importante, que la va de salamero “por ser del interior” pero que no tiene escrúpulos con los métodos de juntar dinero. Decía de tal señor trapero, al que no es necesario nombrar para que no tenga huellas en este lugar, pero ahora tuvo la palabra “otro que no dijo nada en su momento” contra el ex conductor de la selección. Expuso el estilo de los “sin sangre en la cara”, que no parecía estar en su persona y su nombre cae de maduro. Es aquél mismo que el propio Diego defendió de las silbatinas, cuando en las eliminatorias de la blanquiceleste tocaba la pelota. Se me da por pensar que la memoria popular es sabia y entonces estaba dando en el clavo, pensando que este tan mentado Judas había entregado la camiseta contra los ingleses jugando por nuestro país. Si te ponés a revolver en tu croqueta lo sacás, dale men que podés.