perorata liviana

Me autoproclamo “buchón” de puro mala onda que soy (para algunos). En realidad me gusta ser contrera por que no todos somos borregos del mismo rebaño, además queda muy feo y la época da para “ser o no ser”. Para no “discursear” fuera del tarro tomemos como ejemplo nuestro bendito fútbol que tiene cuentos para regalar a dos manos y me quedo corto. No voy a criticar a los esforzados clubes nuestros, ellos hacen lo que pueden, apunto un poco más allá, donde se gasta mucha tinta y palabrerío virtual a la marchanta. Mirá vos, a Colón por un lado con su “faltriquera” forrada para darse ciertos lujos, y no aciertan una hasta el momento. Del otro lado Unión, necesitado de una alegría “mayúscula”, trajo para sus ilusiones algunos ágiles que no se terminan de acomodar, y para colmo juegan como si estuvieran contagiados del mismo “síndrome” que temporadas anteriores. Es un tiempo en que nada sale bien o la fábrica de cracks “quebró” hace rato y en el mercado solo abunda la mediocridad (con el debido respeto que otorga la palabra che). Hay quienes se inclinan para este lado y aducen que los pibes siguen esperando su oportunidad con la inexperiencia en el bolso de los sueños pero digo; si no entran y se mezclan con los que supuestamente la saben “lunga” y tienen rodaje, ¿cuando van a conseguir “limarse” para salir de tapes, la cazás? En baires no la llevan mejor y aparecen como en Cambalache, “en el mismo lodo todos embarrau”. Los partidos son pésimos, revolean técnicos sin arrugar la trucha pero, aún así el precio de las entradas aumentó como si ofrecieran una ópera prima! Bah, bah y otra vez bah, mejor me callo por las dudas, por si el fin de semana se destapan y tiran manteca al techo, ¡chau men!